
El mayor temor -y quizás el mayor sueño- de Macri, son una realidad: los dos equipos de fútbol más grandes del país se enfrentarán por el trono sudamericano apenas unos días antes de que 20 jefes de Estado se presenten en Buenos Aires para celebrar una reunión anual. Entre manifestantes enojados y fanáticos alborotados, las fuerzas de seguridad tendrán las manos llenas a fin de mes, a menos que se reprogramen los partidos.
Macri ya había expresado su preocupación por la posible final, que se concretó luego de que River Plate y Boca Juniors eliminaran a los brasileños Gremio y Palmeiras, respectivamente. El político de 59 años fue presidente de Boca entre 1995 y 2007 y con frecuencia se burla de River Plate, pero el dolor de cabeza que se aproxima supera la lealtad al equipo de sus amores.

“Preferiría no tener esta final”, admitió Macri el 23 de octubre. Un partido Boca-River “implicará tres semanas sin dormir. Va a ser demasiada presión, una completa locura”.
Mucha actividad
Los preparativos para recibir a los líderes del G20 como Trump, Xi Jinping y Putin ya incitaron al gobierno a cerrar el aeropuerto y los bancos de Buenos Aires, y se espera que 8.000 personas se trasladen a la capital.
Las delegaciones llegan el 26 de noviembre, hay una cena para los ministros de finanzas el 29 y las autoridades declararon un día festivo para todos los negocios en Buenos Aires el día 30. No fue posible contactarse con el Ministerio de Seguridad del país y los organizadores del G20, pero es probable que se tengan que modificar los planes tendientes a reducir el tráfico y limitar las protestas a fin de contener cualquier interrupción. Esa pasión a veces se torna violenta y puede cerrar partes importantes de la ciudad. Los fanáticos del equipo ganador generalmente se congregan en el famoso Obelisco del centro de Buenos Aires y se han generado disturbios en los estadios.
Fuente: Diario 5 Días