La comunidad de San Rafael, ubicada en el distrito de San Juan Nepomuceno, Caazapá, fue escenario de una emotiva celebración este jueves 13 de junio, día en el que don Juan Antonio Ayala cumplió nada menos que 100 años de vida. El centenario fue homenajeado por sus familiares, vecinos y allegados, quienes se reunieron en el domicilio de su hija Lidia, donde don Juan reside desde hace cinco años.
La fecha fue aún más significativa por coincidir con el día de San Antonio de Padua, patrono de las causas imposibles, y sin duda, llegar al siglo de vida es una de ellas. Según comentaron sus hijos, don Juan enviudó varias veces, lo que lo llevó a casarse nuevamente en distintas ocasiones. Crió a más de 20 hijos bajo un mismo techo, convirtiéndose en el pilar de una extensa familia que hoy abarca varias generaciones.
Durante el festejo, el ambiente fue de alegría y reconocimiento. Américo Britos, vecino del lugar, expresó su admiración: “Don Juan Antonio es una reliquia viviente para nosotros. Dejó muchos ejemplos como hombre de campo, trabajador incansable durante décadas. Hoy descansa merecidamente, rodeado de los suyos: hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos”.
También se hicieron presentes parientes que llegaron desde distintos puntos del país y del extranjero, para compartir el almuerzo familiar y rendir homenaje al cumpleañero. “Cien años no cualquiera cumple. Le agradezco a Dios por tener a mi padre con nosotros”, manifestó Antolín, uno de sus hijos.
Los vecinos coincidieron en que don Juan fue conocido por ser muy trabajador, sencillo y de fuerte carácter. “Era guapo, un hombre admirable. Crió a su familia con esfuerzo, siempre luchando por el bienestar de todos”, expresó una vecina emocionada.
La fiesta continuó con música, asado a la estaca y muchas anécdotas, en un ambiente cargado de cariño y respeto. Don Juan Antonio, con la lucidez intacta, agradeció el cariño recibido y compartió sonrisas con quienes lo acompañaron en este día tan especial.
Una historia de vida ejemplar que inspira a toda la comunidad y deja un legado imborrable. ¡Felicidades, Don Juan Antonio!